1¿Por qué se unen las naciones en contra del SEÑOR y en vano conspiran?2Los reyes de la tierra se preparan para la batalla; los gobernantes se asocian contra el SEÑOR y contra su ungido.3«Vamos, rompamos sus cadenas», dicen, «liberémonos de la esclavitud de Dios».4¡Pero el SEÑOR de los cielos se ríe! Se burla de ellos.5Y luego, con ardiente furia los reprende y los llena de espanto.6El SEÑOR declara: «Este es el rey que he elegido. Lo he puesto en el trono de Jerusalén, mi santo monte».7Su elegido responde: «Yo revelaré los eternos propósitos de Dios, pues el SEÑOR me ha dicho: “Tú eres mi hijo. Hoy mismo te he concebido.8Pídeme, y te daré como herencia todas las naciones del mundo. ¡Tuyos serán los confines de la tierra!9¡Gobiérnalas con vara de hierro; rómpelas como vasijas de barro!”».10Ustedes, los reyes, obren sabiamente.11Sirvan al SEÑOR con temor reverente; con temblor ríndale alabanza.12Bésenle los pies, antes que se encienda su ira y perezcan en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan el refugio!