1– La gloria, SEÑOR, no es para nosotros; no es para nosotros, sino para tu nombre, por tu amor y tu verdad. (Ps 115,4; Ps 135,15)2¿Por qué tienen que decir las naciones: «¿Dónde está su Dios?»?3Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.4Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas.5Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver;6tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler;7tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta!8Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos.9Pueblo de Israel, confía en el SEÑOR; él es tu ayuda y tu escudo.10Descendientes de Aarón, confiad en el SEÑOR; él es vuestra ayuda y vuestro escudo.11Los que teméis al SEÑOR, confiad en él; él es vuestra ayuda y vuestro escudo.12El SEÑOR nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón,13bendice a los que temen al SEÑOR, bendice a grandes y pequeños.14Que el SEÑOR multiplique vuestra descendencia y la de vuestros hijos.15Que recibáis bendiciones del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.16Los cielos pertenecen al SEÑOR, pero a la humanidad le ha dado la tierra.17Los muertos no alaban al SEÑOR, ninguno de los que bajan al silencio.18Somos nosotros los que alabamos al SEÑOR desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!