1Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, mis dedos para la batalla.2Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos[1] a mis pies.3Señor, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses?4Todo mortal es como un suspiro; sus días son fugaces como una sombra.5Abre tus cielos, Señor, y desciende; toca los montes y haz que echen humo.6Lanza relámpagos y dispersa al enemigo; dispara tus flechas y ponlo en retirada.7Extiende tu mano desde las alturas y sálvame de las aguas tumultuosas; líbrame del poder de gente extraña.8Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.[2]9Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo; con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos.10Tú das la victoria a los reyes; a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.11Ponme a salvo, líbrame del poder de gente extraña. Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.12Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio.13Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos.14Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas;[3] que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles.15¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!
Salmo 144
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Salmo de David.
1Bendito sea el SEÑOR, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, mis dedos para la batalla.2Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos[1] a mis pies.3SEÑOR, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses?4Todo mortal es como un suspiro; sus días son fugaces como una sombra.5Abre tus cielos, SEÑOR, y desciende; toca los montes y haz que echen humo.6Lanza relámpagos y dispersa al enemigo; dispara tus flechas y ponlo en retirada.7Extiende tu mano desde las alturas y sálvame de las aguas tumultuosas; líbrame del poder de gente extraña.8Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.[2]9Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo; con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos.10Tú das la victoria a los reyes; a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.11Ponme a salvo, líbrame del poder de gente extraña. Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.12Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio.13Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos.14Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas;[3] que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles.15¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR!