2Los elogio porque se acuerdan de mí en todo y retienen las enseñanzas,[1] tal como se las transmití.3Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo.4Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta[2]deshonra al que es su cabeza.5En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada.6Si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte también el cabello; pero si es vergonzoso para la mujer tener el pelo corto o la cabeza rasurada, que se la cubra.7El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre.8De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre;9ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.10Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza señal de autoridad.[3]11Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer.12Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.13Juzguen ustedes mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?14¿No les enseña el mismo orden natural de las cosas que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello,15mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo? Es que a ella se le ha dado su cabellera como velo.16Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.
La Cena del Señor
17Al darles las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos, ya que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio.18En primer lugar, oigo decir que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y hasta cierto punto lo creo.19Sin duda, tiene que haber grupos sectarios entre ustedes, para que se demuestre quiénes cuentan con la aprobación de Dios.20De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor,21porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan.22¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a elogiarlos por esto? ¡Claro que no!23Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan,24y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.»25De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.»26Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.27Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.28Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.29Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo,[4] come y bebe su propia condena.30Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.31Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría;32pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.33Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros.34Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no resulten dignas de condenación. Los demás asuntos los arreglaré cuando los visite.
1 Corintios 11
Nueva Versión Internacional (Castellano)
1Imitadme a mí, como yo imito a Cristo.
Decoro en el culto
2Os elogio porque os acordáis de mí en todo y retenéis las enseñanzas,[1] tal como os las transmití.3Ahora bien, quiero que entendáis que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo.4Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta[2] deshonra al que es su cabeza.5En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada.6Si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte también el cabello; pero, si es vergonzoso para la mujer tener el pelo corto o la cabeza rasurada, que se la cubra.7El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre.8De hecho, el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre;9ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.10Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer tiene autoridad sobre su cabeza.[3]11Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer.12Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.13Juzgad vosotros mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?14¿No os enseña el mismo orden natural de las cosas que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello,15mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo? Es que a ella se le ha dado su cabellera como velo.
La Cena del Señor
16Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.17Al daros las siguientes instrucciones, no puedo elogiaros, ya que vuestras reuniones traen más perjuicio que beneficio.18En primer lugar, oigo decir que cuando os reunís como iglesia hay divisiones entre vosotros, y hasta cierto punto lo creo.19Sin duda, tiene que haber grupos sectarios entre vosotros, para que se demuestre quiénes contáis con la aprobación de Dios.20De hecho, cuando os reunís, ya no es para comer la Cena del Señor,21porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos os quedáis con hambre mientras otros os emborracháis.22¿Acaso no tenéis casas donde comer y beber? ¿O es que menospreciáis a la iglesia de Dios y queréis avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Voy a elogiaros por esto? ¡Claro que no!23Yo recibí del Señor lo mismo que os transmití a vosotros: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan,24y, después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por vosotros entrego; haced esto en memoria de mí».25De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto, cada vez que bebáis de ella, en memoria de mí».26Porque cada vez que coméis este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor hasta que él venga.27Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.28Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.29Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo[4] come y bebe su propia condena.30Por eso hay entre vosotros muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.31Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría;32pero, si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.33Así que, hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperaos unos a otros.34Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que vuestras reuniones no resulten dignas de condenación. Los demás asuntos los arreglaré cuando os visite.