1Dice el necio en su corazón: «No hay Dios.» Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!2Desde el cielo Dios contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.3Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!4¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios!5Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó.6¡Quiera Dios que de Sión venga la salvación para Israel! Cuando Dios restaure a su pueblo,[1] se regocijará Jacob; se alegrará todo Israel.
Salmo 53
La Biblia Textual
Al director del coro. Sobre Majalat. Maskil de David.
1Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad, No hay quien haga el bien.2’Elohim observa desde los cielos a los hijos del hombre, Para ver si hay quien entienda, Si hay quien busque a ’Elohim.3Todos ellos se apartaron, A una se hicieron inútiles, No hay quien haga lo bueno, No hay ni siquiera uno.4¿Acaso los que hacen iniquidad no saben que devoran a mi pueblo como si comieran pan, Y que a ’Elohim no invocan?5Allí, donde no había nada que temer, se sobresaltaron de terror, Porque ’Elohim esparció los huesos del que puso asedio contra ti, Los avergonzaste, porque ’Elohim los desechó.6¡Quién hiciera venir desde Sión la salvación a Israel! Cuando ’Elohim haga volver del cautiverio a su pueblo, ¡Regocíjese Jacob y alégrese Israel!