1Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía.2No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.3Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas.4»A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más.5Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno.[1] Sí, les aseguro que a él deben temerle.6¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas?[2] Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos.7Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.8»Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios.9Pero al que me desconozca delante de la gente se le desconocerá delante de los ángeles de Dios.10Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.11»Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir,12porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder.»
Parábola del rico insensato
13Uno de entre la multitud le pidió: —Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo.14—Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?15»¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.16Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha.17Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.”18Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes.19Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.”20Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”21»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.
No se preocupen
22Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán.23La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa.24Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!25¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?[3]26Ya que no pueden hacer algo tan insignificante, ¿por qué se preocupan por lo demás?27»Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos.28Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe!29Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse.30El mundo pagano anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan.31Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas.32»No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya.34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.
La vigilancia
35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada[4] y la luz encendida.36Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque.37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles.38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada.39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada.40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos?42Respondió el Señor: —¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo?43Dichoso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber.44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse!46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los incrédulos.[5]47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes.48En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más.
División en vez de paz
49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla!51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división!52De ahora en adelante estarán divididos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres.53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.
Señales de los tiempos
54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud: —Cuando ustedes ven que se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede.55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede.56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo actual?57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo?58Si tienes que ir con un adversario al magistrado, procura reconciliarte con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.59Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.[6]
Lucas 12
La Biblia Textual
Contra la hipocresía
1Entretanto, se habían aglomerado miles y miles de la multitud, hasta el punto que se pisoteaban unos a otros. Entonces comenzó a decir primero a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.2Nada hay encubierto que no será descubierto, ni oculto, que no será conocido.3Por tanto, cuanto dijisteis en la oscuridad será oído en la luz, y lo que hablasteis al oído en las recámaras, será pregonado en las azoteas.
A quién temer
4Y os digo amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden más hacer.5Yo os advertiré a quién debéis temer: Temed a Aquél que, después de matar, tiene poder para echar en el infierno. Sí, os digo: a Éste temed.6¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Y ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.7Aun los cabellos de vuestra cabeza han sido todos contados. No temáis, valéis más que muchos gorriones.
Confesión, negación, y blasfemia
8Y os digo: Todo aquel que se declare por mí delante de los hombres, también el Hijo del Hombre se declarará por él delante de los ángeles de Dios;9pero el que me negó delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.10Y todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado, pero al que blasfemó contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.11Y cuando os conduzcan a las sinagogas, y a los magistrados y a las autoridades, no os preocupéis de cómo o qué responderéis, o qué diréis;12porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir.
La avaricia
13Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.14Él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o partidor entre vosotros?15Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia, porque aunque alguno tenga más que suficiente, su vida no depende de los bienes que posee.16Y les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico produjo buenas cosechas;17y él razonaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré? Porque no tengo donde más guardar mis frutos.18Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí almacenaré todos mis granos y mis bienes,19y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes almacenados para muchos años: reposa, come, bebe, diviértete.20Pero le dijo Dios: ¡Insensato! esta noche tu alma te será demandada, y lo que has prevenido, ¿para quién será?21Así es el que atesora para sí y no es rico para con Dios.
El afán y la ansiedad
22Y dijo a los discípulos: Por esto os digo: No os preocupéis por la vida, qué comeréis, ni por el cuerpo, qué vestiréis;23porque la vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido.24Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan, los cuales no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!25¿Y quién de vosotros puede, afanándose, añadir un codo a su estatura?26Pues si no podéis lo mínimo, ¿por qué os preocupáis por lo demás?27Considerad los lirios, cómo crecen. No trabajan ni hilan. Y os digo: Ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.28Si Dios, entonces, viste así la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¡cuánto más a vosotros, oh faltos de fe!29Vosotros pues no busquéis qué comer o qué beber, ni os afanéis;30porque la gente del mundo busca todas estas cosas, pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.31Antes bien, buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.32No temáis manada pequeña, porque vuestro Padre se complació en daros el reino.33Vended vuestras posesiones y dad limosna, haceos bolsas que no envejecen, tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no se acerca ni la polilla destruye,34porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
El siervo fiel y prudente
35Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas,36y sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran al instante.37Bienaventurados aquellos siervos a quienes, cuando venga su señor, los halle velando. De cierto os digo que se ceñirá y los reclinará a la mesa, y pasando, les servirá.38Y aunque venga en la segunda, y aunque venga en la tercera vigilia, y los halle así, bienaventurados son aquéllos.39Pero sabed esto: que si el amo de la casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría forzar su casa.40También vosotros estad preparados, porque el Hijo del Hombre viene a una hora que no pensáis.41Entonces Pedro dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?42El Señor respondió: ¿Quién pues es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su casa para que dé ración a tiempo?43Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así.44En verdad os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes.45Pero si aquel siervo dijera en su corazón: Mi señor tarda en venir, y comenzara a golpear a los criados y a las criadas, y no sólo a comer y a beber, sino también a embriagarse,46vendrá el señor de aquel siervo en un día que no espera y a una hora que no sabe, y lo castigará severamente, y pondrá su parte con los infieles.47Aquel siervo pues, que conoció la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho.48Pero el que no la conoció, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien fue dado mucho, mucho le será demandado, y al que encomendaron mucho, más le pedirán.
La causa de división
49Vine a echar fuego en la tierra: ¿y qué más quiero, si ya fue encendido?50Pero aún tengo un bautismo para ser bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que sea cumplido!51¿Pensáis que vine a traer paz en la tierra? No, os digo, sino división.52Porque de ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres.53Estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.
¿No reconocéis este tiempo?
54Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que sale del poniente, al momento decís: Agua viene; y sucede así.55Y cuando sopla un viento del sur, decís: Habrá calor; y sucede.56¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto de la tierra y del cielo, ¿y no distinguís este tiempo?
Acerca del adversario
57¿Por qué no juzgáis vosotros mismos lo que es justo?58Cuando vayas pues con tu adversario ante un magistrado, esfuérzate por arreglar el asunto con él en el camino, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.59Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.