Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Sobre la octava. Salmo de David.
1¡No, SEÑOR! ¡no me castigues cuando estés enojado; no me reprendas en tu furor!2Ten piedad de mí, oh SEÑOR, porque soy débil. Sáname, pues mi cuerpo está en agonía,3y estoy desconcertado y turbado. Tengo el alma llena de aprensión y tristeza. ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo?4Ven, SEÑOR, y sáname. Sálvame por tu misericordia.5Pues si muriera, no podría alabarte.6El dolor me tiene agotado; cada noche baño en lágrimas mi almohada.7Los ojos se me están envejeciendo y nublando de sufrimiento a causa de todos mis enemigos.8Váyanse; déjenme ya, hombres de perversas obras, porque el SEÑOR ha escuchado mi llanto9y mi súplica. Él responderá a todas mis oraciones.10Todos mis enemigos quedarán repentinamente en ridículo, aterrorizados y avergonzados. Serán rechazados afrentosamente.