1Te imploro que me ayudes, SEÑOR, porque tú eres mi roca de salvación. Si no quieres responderme y guardas silencio, ¡prefiero mejor la muerte que la vida!2SEÑOR, alzo mis manos hacia tu santuario e imploro tu ayuda. ¡Ay, escucha mi clamor!3No me arrastres junto con todos los malvados que hablan amablemente a su prójimo mientras planean maldad en sus corazones.4Dales el castigo que tan merecido tienen. Que el castigo corresponda a su maldad. Castiga todas sus perversidades. Dales una probada de lo que ellos le han hecho a otros.5A ellos nada les importa lo que el SEÑOR ha hecho o ha creado; por lo tanto, los derribará y nunca jamás se levantarán de su ruina.6Bendito sea el SEÑOR porque ha escuchado mi clamor.7Él es mi fuerza, el escudo que me protege de todo peligro. En él confié y él me ayudó. En mi corazón hay tanto gozo que prorrumpo en un cántico de alabanza a él.8El SEÑOR protege a su pueblo y da victoria a su rey ungido.9Defiende a tu pueblo, SEÑOR; defiende y bendice a tus elegidos, condúcelos como pastor y llévalos por siempre en tus brazos.