1Practiquen la justicia y el derecho, dice el SEÑOR, porque pronto vengo a demostrarles mi poder liberador.2Dios bendecirá a todo el que se abstenga de practicar el mal y al que rehúse trabajar los días sábado, es decir, los días de reposo obligatorio.3El extranjero que se entrega al SEÑOR no debe ni siquiera pensar en que Dios lo va a rechazar. Tampoco el eunuco debe considerarse como árbol seco.4Esto digo a los eunucos que respetan mis días de reposo, me son fieles y me obedecen:5Yo les concederé el privilegio de tener sus nombres grabados de manera permanente en mi templo, dentro de mis muros. Tendrán un nombre eterno que nunca será borrado. ¡Eso es mejor que tener muchos hijos e hijas!6En cuanto a los extranjeros, aquellos que se unan al pueblo del SEÑOR, le sirvan, amen su nombre, sean siervos suyos, no profanen el sábado y hayan aceptado su pacto y sus promesas,7también los traeré a mi santo monte de Jerusalén y los llenaré de gozo dentro de mi Casa de Oración. Aceptaré sus sacrificios y ofrendas porque mi templo será llamado«Casa de Oración para todos los pueblos».8Porque el SEÑOR que hace volver a los desterrados de Israel dice: «A otros traeré además de mi pueblo Israel».
La acusación de Dios contra los malvados
9¡Vengan, naciones enemigas! ¡Vengan a destruir a mi pueblo!10Porque sus líderes son unos incapaces. No se dan cuenta del peligro en el que está mi pueblo. Más bien se pasan la vida durmiendo y soñando.11Son codiciosos como perros, jamás se satisfacen; son pastores insensatos a quienes sólo preocupa su propio interés, procurando obtener cuanto más pueden, no importándoles el origen.12«Vamos», dicen. «Conseguiremos vino y haremos fiesta; embriaguémonos. ¡Esto se llama vivir; que siga la fiesta, y mañana será aún mejor!».