1El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR me protege del peligro, ¿quién podrá amedrentarme?2Cuando los malvados se lancen a destruirme, tropezarán y caerán.3Sí, aunque un poderoso ejército marche contra mí, mi corazón no abrigará temor. Aunque ellos me ataquen, confío en Dios.4Lo que pido de Dios, lo que más deseo, es el privilegio de meditar en su templo, vivir en su presencia cada día de mi vida y deleitarme en su perfección y gloria.5Allí estaré yo cuando sobrevengan las tribulaciones. Él me esconderá en su santuario. Él me pondrá sobre alta roca.6Entonces alzaré mi cabeza, sobre todos mis enemigos que me rodean. Entonces le llevaré sacrificios y con gran gozo entonaré sus alabanzas.7¡Escucha mis súplicas, SEÑOR! Ten piedad y envíame el socorro que necesito.8Mi corazón te oyó decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Ya voy SEÑOR».9¡Oh, no te ocultes cuando procuro hallarte! Airado, no rechaces a tu siervo. Tú has sido mi auxilio; no me dejes ahora, no me abandones, Dios de mi salvación:10Si mi padre y mi madre me abandonaran, tú me recibirías y me consolarías.11SEÑOR, enséñame cómo debo vivir; guíame por la senda de rectitud, pues estoy rodeado de enemigos que me acechan.12No dejes que me atrapen, SEÑOR. ¡No permitas que yo caiga en sus manos! Porque me acusan de lo que jamás he cometido, y respiran contra mí violencia.13Yo sé que veré tu bondad, mientras esté aquí en la tierra de los vivientes.14Espera al SEÑOR; él acudirá. Sé valiente, resuelto y animoso. Sí; espera, y él te ayudará.
Psalm 27
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Salmo de David.
1El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?2Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen.3Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.4Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo.5Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tienda me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca.6Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al SEÑOR.7Oye, SEÑOR, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme.8El corazón me dice: «¡Busca su rostro!»[1] Y yo, SEÑOR, tu rostro busco.9No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.10Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos.11Guíame, SEÑOR, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, a causa de los que me acechan.12No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia.13Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivos.14Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!