1En aquel tiempo, dice el SEÑOR, todas las familias de Israel me reconocerán como su SEÑOR; se comportarán como pueblo mío.2Yo los cuidaré como hice con los que se liberaron de Egipto, a quienes mostré mi amor en el desierto, cuando Israel buscaba reposo.3Porque hace mucho tiempo dije a Israel: ¡Yo te he amado, oh pueblo mío, con amor sin fin, con amorosa bondad te he atraído a mí!4Yo reedificaré tu nación, oh Virgen de Israel, volverás a ser feliz y danzarás alegre, con lindos adornos, al son de los panderos en medio de una fiesta.5Volverás a plantar tus viñedos sobre los montes de Samaria y allá volverás a comer de sus frutos.6Llegará un día cuando los vigías de los montes de Efraín te llamarán diciendo: «¡Levántate y vamos a Sion, donde está el SEÑOR Dios nuestro!».7Porque el SEÑOR dice: Canten jubilosos por todo lo que haré por Israel, la más grande de las naciones. Clamen con gozo y alabanza: «¡El SEÑOR ha salvado a su pueblo, al resto de los sobrevivientes que él ha protegido!».8Porque los traeré del norte, de los lugares más lejanos de la tierra, sin olvidarme de sus ciegos y cojos, de las madres jóvenes con sus pequeños, y de las que están prontas a dar a luz. ¡Una gran compañía será la que vendrá!9Lágrimas de gozo les correrán por las mejillas, y con mucha suavidad los conduciré a su hogar. Andarán junto a serenas corrientes de agua sin tropezar. Porque yo soy Padre para Israel, y Efraín es mi hijo mayor.10Escuchen este mensaje del SEÑOR naciones del mundo, y publíquenlo por todas partes: El SEÑOR que esparció a su pueblo lo recogerá otra vez y lo cuidará como pastor a su rebaño.11El SEÑOR salvará a Israel de quienes son demasiado fuertes para ellos.12Volverán a la patria y entonarán cánticos de alegría sobre los montes de Sion, y estarán resplandecientes ante las bondades del SEÑOR como las buenas cosechas, el trigo, el vino, el aceite y los vigorosos rebaños y manadas. Su vida será como huerto de regadío, y ya no tendrán más penas.13Las doncellas danzarán de gozo y los hombres —viejos y jóvenes— participarán en la alegría; porque transformaré su aflicción en gozo, los confortaré y los haré alegrarse, porque el cautiverio con todos sus dolores quedará atrás.14Festejaré a los sacerdotes con la abundancia de ofrendas que les llevarán al templo. Satisfaceré de la abundancia mía a mi pueblo, dice el SEÑOR.15El SEÑOR dice: Hay amargo llanto en Ramá. Raquel llora por sus hijos y nadie puede consolarla, pues han desaparecido.16Pero el SEÑOR dice: ¡No llores más, porque yo he oído tus plegarias y te aseguro que los volverás a ver; regresarán a ti desde la lejana tierra enemiga donde ahora se encuentran!17Hay para ti esperanza en el futuro próximo, dice el SEÑOR, y tus hijos e hijas volverán a su patria.18He oído los gemidos de Efraín: «Gravemente me has castigado; pero yo lo necesitaba, así como hay que amansar al ternero para el yugo. ¡Vuélveme otra vez a ti y restáurame, pues sólo tú eres el SEÑOR, mi Dios!19Del SEÑOR me alejé, pero tuve que lamentarlo. Me di golpes por mi necedad. Me dio enorme vergüenza todo lo que hice en mi juventud».20El SEÑOR responde: ¡Efraín es aún hijo mío, el pequeño a quien amo! ¡Tuve que castigarlo por necesidad, pero lo amo todavía! Por él suspiro y de él tendré misericordia.21Cuando te lleven al exilio ve dejando en el camino señales que indiquen el camino de regreso a Israel. Marca bien la senda de ida, porque a tus ciudades retornarás por ellas algún día, Virgen Israel.22¿Hasta cuándo estarás indecisa, oh muchacha terca? Porque el SEÑOR hará que ocurra algo nuevo y diferente: ¡Israel buscará a Dios!23El SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Cuando yo los traiga de regreso dirán en Judá y sus ciudades este refrán: «¡El SEÑOR te bendiga, oh lugar donde se practica la justicia, lugar santo!».24Y los habitantes de la ciudad, los granjeros y los pastores por igual vivirán juntos en paz y felicidad.25Porque he dado reposo a los fatigados y gozo a los afligidos.26Jeremías despertó. ―¡Qué dulce sueño! —dijo.27El SEÑOR dice: En el futuro cercano multiplicaré la población y también el ganado aquí en Israel.28En tiempos pasados con mucho empeño arruiné y dañé a la nación pero ahora la reedificaré cuidadosamente.29Ya el pueblo no dirá este refrán: «Los padres comen las uvas agrias y a los hijos les da la dentera».30Pues cada cual morirá a consecuencia de sus propias faltas: el que coma uvas agrias será quien tenga dentera.31Llegará el día, dice el SEÑOR, cuando celebraré un nuevo convenio con el pueblo de Israel y Judá.32No será como el convenio que hice con sus antepasados cuando de la mano los saqué de tierra de Egipto, convenio que ellos quebrantaron, obligándome a rechazarlos, dice el SEÑOR.33Este es el nuevo convenio que voy a celebrar con ellos: Grabaré mis instrucciones en el corazón de ellos, para que tengan la voluntad de honrarme; entonces serán verdaderamente pueblo mío y yo seré su Dios.34En aquel tiempo ya no será necesario que uno al otro se amoneste para conocer al SEÑOR pues cada cual, el grande y el pequeño, realmente me conocerá, dice el SEÑOR, y yo perdonaré y olvidaré sus graves faltas.35El SEÑOR que nos da la luz del sol en el día y la luna y las estrellas para que iluminen la noche, y que agita el mar para formar rugientes olas —SEÑOR de los ejércitos es su nombre— dice así:36¡Si yo rechazara a mi pueblo Israel sería como si abrogara las leyes de la naturaleza!37Así como es imposible que alguien logre medir los cielos y explorar los cimientos de la tierra, también es imposible que yo piense en desecharlos para siempre por causa de sus graves faltas.38Más bien viene el día, dice él, cuando todo Jerusalén será reconstruida por el SEÑOR, desde la torre de Jananel en la esquina nordeste, hasta la puerta de la Esquina en el noroeste;39y desde la colina de Gareb en el suroeste, hasta el otro lado, hasta Goa en el sudeste.40Y toda la ciudad, inclusive el cementerio y el botadero de cenizas que se encuentra en el valle, será santa para el SEÑOR, igual que todos los campos hasta el arroyo de Cedrón, y desde allí hasta la puerta de los Caballos en el lado oriental de la ciudad; nunca más la volverán a conquistar ni a destruir.
Jeremia 31
Nueva Versión Internacional (Castellano)
1«En aquel tiempo —afirma el SEÑOR— seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo».2Así dice el SEÑOR: «El pueblo que escapó de la espada ha hallado gracia en el desierto; Israel va en busca de su reposo».3Hace mucho tiempo[1] se me apareció el SEÑOR y me dijo: «Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad,4oh virginal Israel. Te edificaré de nuevo; ¡sí, serás reedificada! De nuevo tomarás panderetas y saldrás a bailar con alegría.5Volverás a plantar viñedos en las colinas de Samaria, y quienes los planten gozarán de sus frutos6Vendrá un día en que los centinelas gritarán por las colinas de Efraín: “¡Venid, subamos a Sión, al monte del SEÑOR, nuestro Dios!”»7Así dice el SEÑOR: «Cantad jubilosos en honor de Jacob; gritad de alegría por la mejor de las naciones. Haced oír vuestras alabanzas y clamad: “Salva, SEÑOR, a tu pueblo; salva al remanente de Israel”.8Yo los traeré del país del norte; los reuniré de los confines de la tierra. ¡Volverá una gran multitud! Entre ellos vendrán ciegos y cojos, embarazadas y parturientas.9Entre llantos vendrán, y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín.10»Naciones, escuchad la palabra del SEÑOR, y anunciad en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”.11Porque el SEÑOR rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa.12Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del SEÑOR: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desmayar.13Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría.14Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el SEÑOR.15Así dice el SEÑOR: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!»16Así dice el SEÑOR: «Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo —afirma el SEÑOR—.17Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria —afirma el SEÑOR—.18»Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has escarmentado como a un ternero sin domar, y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, mi Dios, eres el SEÑOR.19Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho.[2] Me siento avergonzado y humillado porque cargo con el oprobio de mi juventud”.20»¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es mi niño preferido? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión —afirma el SEÑOR—.21»Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades!22¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El SEÑOR creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo».[3]23Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: «Cuando yo cambie su suerte, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: »“Monte santo, morada de justicia: ¡que el SEÑOR te bendiga!”24Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños.25Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados».26En ese momento me desperté, y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable.27«Vienen días —afirma el SEÑOR— en que con la simiente de hombres y de animales sembraré el pueblo de Israel y la tribu de Judá.28Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar —afirma el SEÑOR—.29En aquellos días no volverá a decirse: »“Los padres comieron uvas agrias, y a los hijos les dio dentera”.30Al contrario, al que coma uvas agrias le dará dentera, es decir, que cada uno morirá por su propia iniquidad.31»Vienen días —afirma el SEÑOR— en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá.32No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo —afirma el SEÑOR—.33»Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el SEÑOR—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.34Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al SEÑOR!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán —afirma el SEÑOR—. Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados».35Así dice el SEÑOR, cuyo nombre es el SEÑOR Todopoderoso, quien estableció el sol para alumbrar el día, y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar para que rujan sus olas:36«Si alguna vez fallaran estas leyes —afirma el SEÑOR—, entonces la descendencia de Israel ya nunca más sería mi nación especial».37Así dice el SEÑOR: «Si se pudieran medir los cielos en lo alto, y en lo bajo explorar los cimientos de la tierra, entonces yo rechazaría a la descendencia de Israel por todo lo que ha hecho —afirma el SEÑOR—.38»Vienen días —afirma el SEÑOR—, en que la ciudad del SEÑOR será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta de la Esquina.39El cordel para medir se extenderá en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego girará hacia Goa.40Y todo el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y todos los campos, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos, en la esquina oriental, estarán consagrados al SEÑOR. ¡Nunca más la ciudad será arrancada ni derribada!»