1Hay una ley según la cual quien se divorcia de una mujer que luego se casa con otro, no debe volver a tomarla, pues ella queda mancillada. Pero aunque tú me has abandonado y te has juntado con muchos amantes, yo te he instado a que vuelvas a mí, dice el SEÑOR.2¿Habrá en todo el país sitio en que no hayas sido deshonrada por tus adulterios, es decir, tu adoración de esos otros dioses? Te sientas como prostituta en espera de cliente al lado del camino. Te sientas sola como acostumbran hacerlo los beduinos del desierto. Has corrompido la tierra con tu indigna prostitución.3Por eso han faltado hasta las lluvias de primavera, porque tú eres una coqueta del todo desvergonzada.4-5Y sin embargo me dices: «¡Oh Padre, tú siempre has sido amigo mío, de seguro no estarás enojado por una pequeñez así, de seguro la olvidarás!». Eso dices y prosigues haciendo todo el mal que puedes. Se han acumulado sin fin los delitos que has cometido.
La infidelidad de Israel
6Este comunicado del SEÑOR me llegó durante el reinado del rey Josías: ¿Has visto lo que hace Israel? Se comporta como esposa infiel que se entrega a otros hombres cada vez que puede, pues es semejante lo que hace Israel al rendirle homenaje a otros dioses en cualquier colina, debajo de cada árbol frondoso.7Yo pensaba que algún día retornaría a mí y volvería a ser mía; pero no regresó. Y su infiel hermana Judá vio la permanente rebelión de Israel,8pero no puso atención aunque vio que yo me divorcié de la infiel Israel. Ahora también Judá me ha dejado y se ha entregado a la prostitución, pues ha acudido a otros dioses para adorarlos.9No le dio ninguna importancia al asunto; para ella no era nada adorar ídolos de madera y piedra, y así la tierra se contaminó y se corrompió grandemente como consecuencia de estas conductas reprobables.10Luego, más tarde, esta infiel«regresó» a mí, pero su«arrepentimiento» era fingido, dice el SEÑOR.11En realidad la infiel Israel es menos culpable que la traidora Judá.12Por lo tanto ve y dile a Israel: ¡Oh Israel, pueblo mío pecador, vuelve a mí, pues soy misericordioso; no estaré eternamente enojado contigo, dice el SEÑOR, porque mi capacidad de perdonar es muy grande!13Basta con que reconozcas tu culpa, reconoce que te rebelaste contra el SEÑOR tu Dios y cometiste adulterio contra él, adorando ídolos debajo de cada árbol; confiesa que te negaste a seguir mis instrucciones, dice el SEÑOR.14¡Oh hijos que se han alejado de mí, regresen, pues yo soy su SEÑOR y quiero llevarlos de regreso a la tierra de Israel, uno de aquí, otro de allá, en dondequiera que estén esparcidos,15y les daré líderes bien probados que los guíen con sabiduría y comprensión!16Entonces, cuando su tierra esté nuevamente poblada, dice el SEÑOR, ya no suspirarán por«los buenos tiempos que fueron» cuando tenían el cofre del pacto de Dios. No echarán de menos aquellos días y ni siquiera pensarán en ellos, y el cofre no será reconstruido,17porque el SEÑOR mismo estará entre ustedes, y toda la ciudad de Jerusalén será conocida como el Trono del SEÑOR, y todas las naciones acudirán a él allá y no seguirán empecinadas en sus malos propósitos.18En aquel tiempo los pueblos de Judá e Israel volverán juntos de su cautiverio desde el norte a la tierra que yo di a sus antepasados como herencia para siempre.19Y yo di a conocer mi propósito de adoptarles como mi hijo. Tracé planes de darles parte de esta hermosa tierra, la mejor del mundo. Esperaba ilusionado que me llamaran«Padre», y creía que nunca volverían a abandonarme.20Pero me han traicionado; se han alejado, entregándose a una hueste de dioses extraños; fueron como esposa infiel que abandona a su marido, dice el SEÑOR.21En lo alto de los montes que el viento azota oigo voces que gritan a todo pulmón. Son los hijos de Israel que le dieron la espalda al SEÑOR su Dios y se alejaron.22¡Oh rebeldes hijos míos, vuélvanse a mí y yo los aliviaré del dolor provocado por sus delitos! Y ellos responden: «¡Sí, volveremos, pues tú eres el SEÑOR Dios nuestro!23Hartos estamos de adorar ídolos en las colinas y de celebrar orgías en los montes. Todo esto es sólo farsa. Sólo en el SEÑOR nuestro Dios podrá Israel hallar auxilio y salvación, ahora lo entendemos.24Desde nuestra niñez hemos visto cuanto nuestros antepasados tenían (rebaños, ganado, hijos e hijas) derrochado en sacerdotes e ídolos, y ahora vemos que por causa de la idolatría lo hemos perdido todo.25Aceptemos nuestra vergüenza y deshonra, que desde nuestra niñez nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el SEÑOR nuestro Dios, y que no le hemos obedecido».
Jeremia 3
Nueva Versión Internacional (Castellano)
1»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer, y que ella lo deja para casarse con otro. ¿Volvería el primero a casarse con ella? ¡Claro que no! Semejante acción contaminaría por completo la tierra. Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes, y ya no podrás volver a mí —afirma el SEÑOR—.2»Fíjate bien en esas lomas estériles: ¡Dónde no se han acostado contigo! Como un beduino en el desierto, te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes. Has contaminado la tierra con tus infames prostituciones.3Por eso se demoraron las lluvias, y no llegaron los aguaceros de primavera. Tienes el descaro de una prostituta; ¡no conoces la vergüenza!4No hace mucho me llamabas: “Padre mío, amigo de mi juventud,5¿vas a estar siempre enojado? ¿Guardarás rencor eternamente?” Y mientras hablabas, hacías todo el mal posible».
La infidelidad de Israel
6Durante el reinado del rey Josías el SEÑOR me dijo: «¿Has visto lo que ha hecho Israel, la infiel? Se fue a todo monte alto, y allí, bajo todo árbol frondoso, se prostituyó.7Yo pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su hermana, la infiel Judá,8y vio[1] también que yo había repudiado a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se prostituyó.9»Como Israel no tuvo ningún reparo en prostituirse, contaminó la tierra y cometió adulterio al adorar ídolos de piedra y de madera.10A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió volverse», afirma el SEÑOR.11El SEÑOR me dijo: «La apóstata Israel ha resultado ser más justa que la infiel Judá.12Ve al norte y proclama este mensaje: »“¡Vuelve, apóstata Israel! No te miraré con ira —afirma el SEÑOR—. No te guardaré rencor para siempre, porque soy misericordioso —afirma el SEÑOR—.13Tan solo reconoce tu culpa, y que te rebelaste contra el SEÑOR tu Dios. Bajo todo árbol frondoso has brindado a dioses extraños tus favores, y no has querido obedecerme” —afirma el SEÑOR—.14»¡Volveos a mí, apóstatas —afirma el SEÑOR—, porque yo soy vuestro esposo! De vosotros tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os traeré a Sión.15Os daré pastores que cumplan mi voluntad, para que os guíen con sabiduría y entendimiento.16»En aquellos días, cuando os hayáis multiplicado y seáis numerosos en el país, ya no se dirá más: “Arca del pacto del SEÑOR”. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla —afirma el SEÑOR—.17»En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del SEÑOR”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del SEÑOR, y ya no volverán a obedecer ciegamente a su malvado corazón.18»En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel, y juntos vendrán del país del norte, a la tierra que di como herencia a sus antepasados.19»Yo mismo dije: »“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo, y darte una tierra codiciable, la heredad más hermosa de las naciones!” Yo creía que me llamarías “Padre mío”, y que nunca dejarías de seguirme.20Pero tú, pueblo de Israel, me has sido infiel como una mujer infiel a su esposo», afirma el SEÑOR.21Se escucha un grito en las lomas estériles, la súplica angustiosa del pueblo de Israel, porque han pervertido su conducta, se han olvidado del SEÑOR su Dios.22«¡Volveos, apóstatas, y os curaré de vuestra infidelidad!» «Aquí estamos, a ti venimos, porque tú eres el SEÑOR nuestro Dios.23Ciertamente son un engaño las colinas, y una mentira el estruendo sobre las montañas. Ciertamente en el SEÑOR nuestro Dios está la salvación de Israel.24Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados: sus rebaños y su ganado, sus hijos y sus hijas.25¡Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra desgracia! ¡Nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el SEÑOR nuestro Dios! Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy, no hemos obedecido al SEÑOR nuestro Dios».