1¡Oh Adonay, Tú has sido nuestra morada De generación en generación!2Antes que los montes fueran engendrados, Y dieras a luz la tierra y el mundo, Desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres ’El.3Haces que el hombre vuelva al polvo, Y dices: Volveos, hijos de Adam.4Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.5Los arrastras como una inundación, Son como un sueño al amanecer, Como la hierba que crece:6A la mañana reverdece y florece, A la tarde se marchita y se seca.7¡Cómo somos consumidos por tu ira Y turbados por tu indignación!8Pusiste nuestras iniquidades ante ti, Nuestras cosas ocultas a la luz de tu rostro,9Ciertamente todos nuestros días declinan a causa de tu ira; Consumimos nuestros años como un suspiro.10Los días de nuestros años son setenta años, Y en los robustos, ochenta años, Pero todo su orgullo no es más que afán y vanidad, Porque pronto pasan… y volamos.11¿Quién conoce el poder de tu ira y de tu indignación conforme al temor que se te debe?12Enséñanos a contar nuestros días de tal modo, Que traigamos al corazón sabiduría.13¡Vuélvete, YHVH! ¿Hasta cuándo? ¡Ten compasión de tus siervos!14¡Sácianos presto de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días!15Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que hemos visto males.16Manifiesta en tus siervos tu obra, Y sobre sus hijos tu gloria,17Y la hermosura de Adonay nuestro Dios sea sobre nosotros; Y confirma sobre nosotros la obra de nuestras manos; ¡Sí, la obra de nuestras manos confirma!
Salmo 90
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Oración de Moisés, hombre de Dios.
1Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación.2Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.3Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Volveos al polvo, mortales!»4Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche.5Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba6que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.7Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra.8Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.9A causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro.10Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida,[1] sin embargo, solo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.11¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!12Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.13¿Cuándo, SEÑOR, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos!14Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría.15Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!16¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!17Que el favor[2] del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.