1Respondió Job, y dijo:2Aun hoy es amarga mi queja, Pues mi llaga agrava mis gemidos.3¡Quién me diera saber dónde hallarlo! Yo iría hasta su trono,4Expondría ante Él mi causa, Llenaría mi boca de argumentos,5Sabría con qué palabras me replica, Y entendería qué me está diciendo.6¿Contendería conmigo haciendo gala de su fuerza? No, sino que me prestaría atención.7Allí el justo podría razonar con Él, Y yo quedaría libre para siempre de mi Juez.8Pero, si voy hacia el levante, no está allí, Al poniente, y tampoco lo percibo.9Si se manifiesta al norte, no lo diviso, Y si se oculta en el sur, no lo veo.10Pero ya que Él conoce el camino que yo sigo, Que me pruebe, y saldré como el oro.11Mis pies han seguido fielmente sus huellas, He guardado su camino sin torcerme,12No me aparté del mandato de su boca, Y atesoré sus dichos más que mi porción señalada.13Pero Él ya tomó su decisión, ¿quién podrá disuadirlo? Todo lo que quiere, eso hace,14Y ejecutará lo que ha decretado para mí, Y otras muchas cosas que hay en su mente.15Por eso me aterroriza su presencia, Y de Él siento temor sólo al pensarlo,16Porque Dios ha hecho desmayar mi corazón, ’El-Shadday me ha aterrorizado.17¡Ojalá me desvaneciera en las tinieblas, Y cubriera mi rostro la oscuridad!
Job 23
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Octavo discurso de Job
1A esto respondió Job:2«Mi queja sigue siendo amarga; gimo bajo el peso de su mano.[1]3¡Ah, si supiera yo dónde encontrar a Dios! ¡Si pudiera llegar adonde él habita!4Ante él expondría mi caso; llenaría mi boca de argumentos.5Podría conocer su respuesta, y trataría de entenderla.6¿Disputaría él conmigo, con todo su poder? ¡Claro que no! ¡Ni me acusaría!7Ante él cualquier hombre recto podría presentar su caso, y yo sería absuelto para siempre delante de mi juez.8»Si me dirijo hacia el este, no está allí; si me encamino al oeste, no lo encuentro.9Si está ocupado en el norte, no lo veo; si se vuelve al sur, no alcanzo a percibirlo.10Él, en cambio, conoce mis caminos; si me pusiera a prueba, saldría yo puro como el oro.11En sus sendas he afirmado mis pies; he seguido su camino sin desviarme.12No me he apartado de los mandamientos de sus labios; en lo más profundo de mi ser[2] he atesorado las palabras de su boca.13»Pero él es soberano;[3] ¿quién puede hacerlo desistir? Lo que él quiere hacer, lo hace.14Hará conmigo lo que ha determinado; todo lo que tiene pensado, lo realizará.15Por eso me espanto en su presencia; si pienso en todo esto, me lleno de temor.16Dios ha hecho que mi corazón desmaye; me tiene aterrado el Todopoderoso.17Con todo, no logran acallarme las tinieblas ni la densa oscuridad que cubre mi rostro.