Al director del coro. Maskil de los hijos de Coré.
1Como el ciervo brama por las corrientes de agua, Así, oh ’Elohim, te anhela el alma mía.2Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo entraré y veré el rostro de Dios?3Mis lágrimas fueron mi pan de día y de noche, Mientras todo el día me dicen: ¿Dónde está tu Dios?4Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí: De cómo marchaba con la multitud y los conducía hasta la Casa de Dios, Entre voces de júbilo y de acción de gracias de la multitud en fiesta solemne.5¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en ’Elohim, porque aún he de alabarlo: ¡Salvación mía y Dios mío!6Mi alma está abatida dentro de mí, Por tanto, me acordaré de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, del monte Mitsar.7Un abismo llama a otro abismo con el rumor de tus cascadas, Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.8De día YHVH enviará su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo. Oración al Dios de mi vida:9Digo a ’El: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué ando enlutado por la opresión del enemigo?10Como quien quebranta mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?11¿Por qué te abates alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en ’Elohim, porque aún he de alabarlo: ¡Salvación mía y Dios mío!
Salmo 42
Nueva Biblia Viva
Al director musical. Masquil de los hijo de Coré.
1¡Así como el ciervo jadea anhelando el agua, te anhelo yo, Dios!2Tengo sed de Dios, del Dios vivo. ¿Dónde hallarlo, para ir a estar en su presencia?3Día y noche mi pan son mis lágrimas, y mientras tanto mis enemigos se mofan de mí. «¿Dónde está ese Dios tuyo?» dicen burlones.4Mi corazón se consume en la tristeza al recordar aquellos tiempos —¡cómo olvidarlos!— cuando guiaba a una gran multitud hacia el templo en días de fiesta, cantando con gozo, alabando al SEÑOR.5Entonces, ¿por qué desalentarse? ¿Por qué estar desanimado y triste? ¡Espera en Dios! ¡Aún lo alabaré de nuevo! ¡Él es mi Salvador y mi Dios!6Y sin embargo aquí estoy deprimido y sombrío; pero meditaré en tu bondad desde esta tierra por donde fluye el río Jordán y en donde se elevan el monte Hermón y el Mizar.7Escucho el rugir del enfurecido mar, mientras tus olas y la agitada marea me derriban.8Sin embargo, día tras día derrama el SEÑOR sobre mí su constante amor; y por la noche entono sus cánticos y elevo oración al Dios que me da vida.9«¡Oh Dios, Roca mía!», clamo, «¿por qué me has abandonado? ¿Por qué tengo que sufrir estos ataques de mis enemigos?».10Sus burlas me traspasan como fatal herida no se cansan de preguntarme burlándose: «¿Dónde está ese Dios tuyo?».11¿Por qué voy a desarmarme y estar tan triste? Volveré y lo alabaré. ¡Es mi Dios y mi Salvador!