Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:
1Tít.-50 – ¡Cuánto te amo, SEÑOR, fuerza mía! (2Sam 22,1)2El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva,[1] ¡mi más alto escondite!3Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron.5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte.6En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!7La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo!8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos!9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones.10Montando sobre un querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento.11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba.12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos.13En el cielo, entre granizos y carbones encendidos, se oyó el trueno del SEÑOR, resonó la voz del Altísimo.14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga.15A causa de tu reprensión, oh SEÑOR, y por el resoplido de tu enojo,[2] las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!16Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo.17Me libró de mi enemigo poderoso, y de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo.18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el SEÑOR.19Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.20El SEÑOR me ha pagado conforme a mi justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos,21pues he andado en los caminos del SEÑOR; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios.22Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos.23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar.24El SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos.25Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable;26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo.27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros.28Tú, SEÑOR, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas.29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.30El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian.31¿Quién es Dios, si no el SEÑOR? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?32Es él quien me arma de valor y endereza mi camino;33da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas;34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce.35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar.36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados.38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies!39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes.40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban.41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron,[3] pero no les respondió.42Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé[4] como al lodo de las calles! (2Sam 22,43)43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía.44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje.45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios!46¡El SEÑOR vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.48Tú me libras del furor de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos.49Por eso, SEÑOR, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre.50El SEÑOR da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.