1Así dijo el SEÑOR a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies».2¡Que el SEÑOR extienda desde Sión el poder de tu cetro! ¡Domina tú en medio de tus enemigos!3Tus tropas estarán dispuestas el día de la batalla, ordenadas en santa majestad. De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud.4El SEÑOR ha jurado y no cambiará de parecer: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».5El Señor está a tu mano derecha; aplastará a los reyes en el día de su ira.6Juzgará a las naciones y amontonará cadáveres; aplastará cabezas en toda la tierra.7Beberá de un arroyo junto al camino, y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas.[1]