1¡Oh YHVH, a ti he clamado, apresúrate a venir a mí! Oye mi voz cuando te invoco.2Mi oración está aquí como incienso en tu presencia, Mis palmas elevadas como ofrenda de la tarde.3Coloca, oh YHVH, un guardia a mi boca, Vigila en la puerta de mis labios.4No permitas que mi corazón se incline a cosa mala, Para hacer obras perversas con hombres malhechores. No seré comensal en sus banquetes.5Será un favor que el justo me castigue y me reprenda; Pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza, Porque mi oración es de continuo contra su maldad.6Sean lanzados sus jueces contra los costados de la peña, Y oigan mis dichos, que son agradables.7Como cuando se ara y se parte la tierra, Nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol.8¡A ti, Adonay YHVH, se vuelven mis ojos, En ti me he refugiado, no desampares mi alma!9¡Guárdame del lazo que me han tendido, De las trampas de los que hacen iniquidad!10¡Caigan a una los malvados en sus propias redes, Mientras yo paso adelante!
Salmo 141
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Salmo de David.
1A ti clamo, SEÑOR; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!2Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino.3SEÑOR, ponme en la boca un centinela; un guardián a la puerta de mis labios.4No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar en banquetes en compañía de malhechores.5Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras.6Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.7Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro».8En ti, SEÑOR Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten.9Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores.10Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.