1»El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio.2Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes.3Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite.4En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas.5Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron.6A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”7Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas.8Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando.”9“No —respondieron éstas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas.”10Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.11Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!”12“¡No, no las conozco!”, respondió él.13»Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora.
Parábola de las monedas de oro
14»El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes.15A uno le dio cinco mil monedas de oro,* a otro dos mil y a otro sólo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje.16El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.17Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.18Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.19»Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.20El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil.”21Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”22Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil.”23Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”24»Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido.25Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.”26Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?27Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.28» ”Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil.29Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.30Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.”
Las ovejas y las cabras
31»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.32Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras.33Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.34»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.35Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento;36necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.”37Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?38¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos?39¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”40El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”41»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.42Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber;43fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron.”44Ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?”45Él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí.”46»Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Parábola de las diez jóvenes
1»El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio.2Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes.3Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite.4En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas.5Y, como el novio tardaba en llegar, a todas les entró sueño y se durmieron.6A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salid a recibirlo!”7Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas.8Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos un poco de vuestro aceite porque nuestras lámparas se están apagando”.9“No —respondieron estas—, porque así no va a haber suficiente ni para nosotras ni para vosotras. Es mejor que vayáis a los que venden aceite, y compréis para vosotras mismas”.10Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.11Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!”12“¡No, no os conozco!”, respondió él.13»Por tanto —agregó Jesús—, manteneos despiertos, porque no sabéis ni el día ni la hora.
Parábola de las monedas de oro
14»El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes.15A uno dio cinco mil monedas de oro,* a otro dos mil y a otro solo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje.16El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.17Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.18Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.19»Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.20El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, me diste cinco mil monedas. Mira, he ganado otras cinco mil”.21Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”22Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, me diste dos mil monedas. Mira, he ganado otras dos mil”.23Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”24»Después llegó el que había recibido solo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que tú eres un hombre duro, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.25Así que tuve miedo, y fui y escondí tu dinero en la tierra. Mira, aquí tienes lo que es tuyo”.26Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?27Debieras haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.28»”Quitadle las mil monedas y dádselas al que tiene las diez mil.29Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.30Y a ese siervo inútil echadlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”.
Las ovejas y las cabras
31»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.32Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras.33Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.34»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Venid vosotros, a quienes mi Padre ha bendecido; recibid vuestra herencia, el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento;36necesité ropa, y me vestisteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis”.37Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?38¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o falto de ropa y te vestimos?39¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”40El Rey les responderá: “Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, por mí lo hicisteis”.41»Después dirá a los que estén a su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.42Porque tuve hambre, y no me disteis nada de comer; tuve sed, y no me disteis nada de beber;43fui forastero, y no me disteis alojamiento; necesité ropa, y no me vestisteis; estuve enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis”.44Ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?”45Él les responderá: “Os aseguro que todo lo que no hicisteis por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicisteis por mí”.46»Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».
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