Hiob 21 | Nueva Biblia Viva Nueva Versión Internacional (Castellano)

Hiob 21 | Nueva Biblia Viva

Séptimo discurso de Job

1 Respuesta de Job: 2 «Escúchenme; déjenme hablar, y luego sigan con sus burlas. 4 »De Dios me quejo, y no del hombre. Con razón tengo el espíritu tan atribulado: 5 Mírenme horrorizados y tápense la boca con la mano. 6 Hasta yo me asusto al verme, el horror se apodera de mí, y me estremezco. 7 La verdad es que los malos llegan a una agradable ancianidad, se engrandecen y se hacen poderosos. 8 Alcanzan a ver a sus hijos convertidos en hombres en torno suyo, así como a sus nietos. 9 Sus casas están a salvo de todo temor, y Dios no los castiga. 10 Su ganado se reproduce, 11 tienen muchos hijos felices 12 y pasan el tiempo entre cantos y danzas. Nadan en riquezas y de nada tienen que privarse; son afortunados hasta el final. 14 Todo esto no obstante que han expulsado a Dios de su vida, y no quieren nada con él ni con lo que manda. 15 “¿Quién es el Dios Todopoderoso?”, dicen burlándose. “¿Por qué tenemos que obedecerlo? ¿Qué ganaremos con eso?”. 16 Miren, ¡cuanto el rico toca se convierte en oro! Pero yo me niego a tratar siquiera con gente así. 17 »Sin embargo, los ricos se quedan tan campantes como siempre. Jamás tienen tribulaciones, y Dios se olvida de ellos al distribuir sus dolores y su ira. 18 ¿Son arrastrados como paja por el viento? ¿Los arrasa la tormenta? ¡Jamás! 19 “Bueno”, dirán ustedes, “por lo menos a sus hijos los castiga Dios”. ¡Pero yo digo que Dios debe castigar al que peca y no a los hijos de este! Que sienta el castigo en su propia carne. 20 Sí, que sea destruido por su maldad. Que beba bastante de la ira del Todopoderoso, 21 porque cuando esté muerto, ¿qué más le da lo que le pase a su familia? 22 »Pero, ¿quién podrá reprender a Dios, el supremo juez? 23 Él destruye a los sanos, ricos, y prósperos. 25 Dios destruye también a los que padecen espantosa miseria y jamás poseyeron bien alguno. 26 Unos y otros son sepultados en el mismo polvo; devorados por los mismos gusanos. 27 »Sé muy bien lo que están pensando, y los planes que tienen de hacerme daño. 28 También sé que se preguntan: “¿Dónde está la mansión del potentado? ¿Dónde están las moradas de los inicuos?”. 29 Pero yo respondo: pregúntenle a cualquiera que tenga experiencia y él les dirá la verdad: 30 que al malvado suele eximírsele en el día de la calamidad, y permitírsele que huya. Nadie lo reprende en público. Nadie le da su merecido. Y una guardia de honor le rinde homenaje en su tumba. 33 Un gran cortejo fúnebre lo precede y lo sigue cuando lo conducen a la mullida tierra que lo ha de cubrir. 34 »¿Cómo pueden ustedes consolarme con palabras tan faltas de fundamento?».

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Nueva Versión Internacional (Castellano)

Séptimo discurso de Job

1 A esto, Job respondió: 2 «Escuchad atentamente mis palabras; concededme este consuelo. 3 Tened un poco de paciencia mientras hablo, y burlaos si queréis cuando haya terminado. 4 »¿Acaso dirijo mi queja a los mortales? ¿Por qué creéis que pierdo la paciencia? 5 Miradme, y quedaos asombrados; tapaos la boca con la mano. 6 Si pienso en esto, me lleno de espanto; un escalofrío me corre por el cuerpo. 7 ¿Por qué siguen con vida los malvados, cada vez más viejos y más ricos? 8 Ven establecerse en torno a ellos a sus hijos y a sus descendientes. 9 Tienen paz en su hogar, y están libres de temores; la vara de Dios no los castiga. 10 Sus toros son verdaderos sementales; sus vacas paren y no pierden las crías. 11 Dejan correr a sus niños como si fueran ovejas; sus pequeñuelos danzan alegres. 12 Cantan al son del tamboril y del arpa; se divierten al son de la flauta. 13 Pasan la vida con gran bienestar, y en paz bajan al sepulcro. 14 A Dios increpan: “¡Déjanos tranquilos! No queremos conocer tu voluntad. 15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Qué ganamos con dirigirle nuestras oraciones?” 16 Pero su bienestar no depende de ellos. ¡Jamás me dejaré llevar por sus malos consejos! 17 »¿Cuándo se ha apagado la lámpara de los malvados? ¿Cuándo les ha sobrevenido el desastre? ¿Cuándo Dios, en su enojo, los ha hecho sufrir 18 como paja que arrebata el viento, como tamo que se lleva la tormenta? 19 Me dirán que Dios reserva el castigo para los hijos del pecador. ¡Mejor que castigue al que peca, para que escarmiente! 20 ¡Que sufra el pecador su propia destrucción! ¡Que beba de la ira del Todopoderoso! 21 ¿Qué le puede importar la familia que deja, si le quedan pocos meses de vida? 22 »¿Quién puede aleccionar a Dios, si es él quien juzga a las grandes eminencias? 23 Hay quienes mueren en la flor de la vida, rebosantes de salud y de paz; 24 sus caderas,* llenas de grasa; sus huesos, recios hasta la médula. 25 Otros mueren con el ánimo amargado, sin haber disfrutado de lo bueno. 26 ¡En el polvo yacen unos y otros, todos ellos cubiertos de gusanos! 27 »Sé muy bien lo que estáis pensando, y los planes que tenéis de hacerme daño. 28 También sé que os preguntáis: “¿Dónde está la mansión del potentado? ¿Dónde están las moradas de los inicuos?” 29 ¿No habéis interrogado a los viajeros? ¿No habéis prestado atención a sus argumentos? 30 En el día del desastre, el malvado se salva; ¡en el día de la ira, es puesto a salvo! 31 ¿Y quién le echa en cara su conducta? ¿Quién le da su merecido por sus hechos? 32 Cuando lo llevan al sepulcro, sobre su tumba se pone vigilancia; 33 mucha gente le abre paso, y muchos más cierran el cortejo. ¡Descansa en paz bajo la tierra del valle!* 34 »¿Cómo esperáis consolarme con discursos sin sentido? ¡Vuestras respuestas no son más que falacias!»