1¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el SEÑOR, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.2Porque sin consultarme han descendido a Egipto en busca de auxilio y han puesto su esperanza en que el faraón los proteja.3Pero al confiar en el faraón se verán desengañados, humillados y avergonzados, pues él no podrá librarlos con base sólo en promesas.4Pues aunque su poder se extienda hasta los territorios de Zoán y Janés,5todo terminará en vergüenza para ti. Él no podrá ayudarte en lo más mínimo.6Véanlos avanzar lentamente a través del terrible desierto hacia Egipto, con burros y camellos cargados de tesoros para pagar el auxilio de Egipto. Atraviesan los yermos habitados por leones y veloces víboras. ¡Pero Egipto no les dará nada en cambio!7Las promesas de Egipto no valen nada, «Dragón Renuente» lo llamo yo.8Ve ahora y escribe esta palabra mía respecto a Egipto, para que permanezca hasta el fin del tiempo, eternamente, como denuncia de la incredulidad de Israel. Escríbela,9porque si no la escribes, dirán que nunca los previne. «¡Oh, no!», dirán, «¡jamás nos dijiste eso!», porque son rebeldes empecinados.10A mis profetas les dicen: «¡A callar! ¡Basta de mensajes suyos!». O dicen: «No nos digan la verdad, dígannos algo agradable, dígannos mentiras alegres. Olvídense ya de esas cosas tristes que anuncian, ya hemos oído más que suficiente de su Santo de Israel».12Esto es lo que responde el Santo de Israel: «Ya que desprecian lo que digo, y en cambio confían en fraudes y mentiras, y no quieren arrepentirse,13inesperada calamidad les sobrevendrá, como muro alto y agrietado que está a punto de derrumbarse.14Como a plato frágil los aplastará Dios, sin tenerles misericordia. No quedará pedazo de tamaño suficiente que sirva para llevar brasas del fogón, ni un poquito de agua del pozo».15Porque el SEÑOR Dios, el Santo de Israel dice: «Sólo volviéndose a mí y confiando en mí serán salvados. En la quietud y confianza en mí está su fuerza, pero nada de eso tendrán.16“No”, dicen, “de Egipto obtendremos auxilio, ellos nos darán veloces caballos para entrar en batalla”. ¡Pero la única velocidad que percibirán será la de sus enemigos que los persiguen!17Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes, cinco de ellos serán suficientes para esparcirlos a ustedes hasta que no queden ni dos juntos. Ustedes serán como árboles solitarios en las cumbres de los montes lejanos».18Pero el SEÑOR aún espera que acudan a él para poder demostrarles su amor. Él los conquistará para bendecirlos, tal como lo ha dicho, porque el SEÑOR es fiel a su promesa. Bienaventurados son cuantos esperan confiados en la ayuda del SEÑOR.19¡Oh, pueblo mío de Jerusalén, no llores más, pues al oír el clamor de tu llanto él derramará su gracia sobre ustedes, él les responderá!20Aunque les dé pan de adversidad y agua de aflicción, estará con ustedes para enseñarles. Con sus propios ojos verán a su Maestro.21Y si abandonan las sendas de Dios y se extravían, escucharán tras ustedes una voz que dirá: ―No, este es el camino, caminen por aquí.22Y destruirán todos sus ídolos de plata y todas sus imágenes de oro, y arrojarán todo como inmundicia que les repugna tocar. ―¡Uf!, les dirán, ¡fuera!23Entonces Dios los bendecirá con lluvia en el tiempo de la siembra y con grandes cosechas y abundantes pastos para su ganado.24Los bueyes y los burros que aran la tierra comerán trigo cuya paja será llevada por el viento.25En aquel día en que Dios intervenga para destruir a sus enemigos, les dará corrientes de agua que bajarán de cada monte y collado.26La luna será tan brillante como el sol, y la luz de este más esplendorosa que la de siete días claros. Así será el tiempo cuando el SEÑOR comience a sanar a su pueblo y a curarle las heridas que le causó.27Miren, de lejos acude el SEÑOR, ardiendo en ira, rodeado de espeso humo que sube. Tiene los labios llenos de furor y sus palabras consumen como fuego.28Su ira se derrama como torrente sobre todos ellos para arrasarlos. Zarandeará a las altivas naciones como si estuvieran en un tamiz; luego les pondrá una brida y las llevará al patíbulo.29Pero el pueblo de Dios entonará un cántico de solemne gozo, como los que se entonan de noche en las fiestas sagradas. A su pueblo se le alegrará el corazón como cuando un flautista guía al grupo de peregrinos que se dirigen a Jerusalén, al monte del SEÑOR, la Roca de Israel.30Y el SEÑOR hará oír su majestuosa voz y descargará su potente brazo sobre sus enemigos con gran indignación, con llamas consumidoras, torbellinos, tremendas tormentas e inmensos granizos.31La voz del SEÑOR castigará a los asirios, quienes le habían servido de vara de castigo.32Y cuando el SEÑOR los hiera, su pueblo celebrará con música y cantos.33Hace tiempo está lista la hoguera funeraria de Moloc, el dios asirio, listo el montón de leña. El aliento del SEÑOR como fuego de volcán la encenderá.
Nueva Versión Internacional (Castellano)
Ay de la nación obstinada
1El SEÑOR ha dictado esta sentencia: «Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado,2que bajan a Egipto sin consultarme, que se acogen a la protección de Faraón, y se refugian bajo la sombra de Egipto.3¡La protección de Faraón será su vergüenza! ¡El refugiarse bajo la sombra de Egipto, su humillación!4Aunque en Zoán tengan funcionarios, y a Janés hayan llegado sus mensajeros,5todos quedarán avergonzados por culpa de un pueblo que les resulta inútil, que no les brinda ninguna ayuda ni provecho, sino solo vergüenza y frustración».6Esta es la sentencia que se ha dictado contra los animales del Néguev: Por tierra de dificultades y angustias, de leones y leonas, de víboras y serpientes voladoras, llevan ellos a lomos de burro las riquezas de esa nación inútil, y sus tesoros, sobre jorobas de camellos.7La ayuda de Egipto no sirve para nada; por eso la llamo: «Rahab, la inmóvil».8Ve, pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla. Escríbelo en un rollo de cuero, para que en los días venideros quede como un testimonio eterno.9Porque este es un pueblo rebelde; son hijos engañosos, hijos que no quieren escuchar la ley del SEÑOR.10A los videntes les dicen: «¡No tengáis más visiones!», y a los profetas: «¡No nos sigáis profetizando la verdad! Decidnos cosas agradables, profetizad ilusiones.11¡Apartaos del camino, retiraos de esta senda, y dejad de enfrentarnos con el Santo de Israel!»12Así dice el Santo de Israel: «Vosotros habéis rechazado esta palabra; habéis confiado en la opresión y en la perversidad, y os habéis apoyado en ellas.13Por eso vuestra iniquidad se alzará frente a vosotros como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse: ¡de repente, en un instante, se desplomará!14Vuestra iniquidad quedará hecha pedazos, hecha añicos sin piedad, como vasija de barro: ni uno solo de sus pedazos servirá para sacar brasas del fuego ni agua de una cisterna».15Porque así dice el SEÑOR omnipotente, el Santo de Israel: «En el arrepentimiento y la calma está vuestra salvación, en la serenidad y la confianza está vuestra fuerza, ¡pero vosotros no lo queréis reconocer!16Os resistís y decís: “Huiremos a caballo”. ¡Por eso, así tendréis que huir! Decís: “Cabalgaremos sobre caballos veloces”. ¡Por eso, veloces serán vuestros perseguidores!17Ante la amenaza de uno solo, mil de vosotros saldrán huyendo; ante la amenaza de cinco, huiréis todos vosotros. Quedaréis abandonados como un mástil en la cima de una montaña, como una señal sobre una colina».18Por eso el SEÑOR os espera, para tener piedad de vosotros; por eso se levanta para mostraros compasión. Porque el SEÑOR es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!19Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más. ¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá.20Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás.21Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Este es el camino; síguelo».22Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como cosa impura, y les dirás: «¡Fuera de aquí!»23El SEÑOR te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas.24Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán el mejor forraje, aventado con bieldo y horquilla.25En el día de la gran masacre, cuando caigan las torres, habrá arroyos y corrientes de agua en toda montaña alta y en toda colina elevada.26Cuando el SEÑOR ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros.27¡Mirad! El nombre del SEÑOR viene de lejos, con ardiente ira y densa humareda. Sus labios están llenos de furor; su lengua es como un fuego consumidor.28Su aliento es cual torrente desbordado que llega hasta el cuello, para zarandear a las naciones en la zaranda destructora. Pone en las quijadas de los pueblos un freno que los desvía.29Vosotros cantaréis como en noche de fiesta solemne; vuestro corazón se alegrará, como cuando uno sube con flautas a la montaña del SEÑOR, a la Roca de Israel.30El SEÑOR hará oír su majestuosa voz, y descargará su brazo: con rugiente ira y llama de fuego consumidor, con aguacero, tormenta y granizo.31La voz del SEÑOR quebrantará a Asiria; la golpeará con su bastón.32Cada golpe que el SEÑOR descargue sobre ella con su vara de castigo será al son de panderos y de arpas; agitando su brazo, peleará contra ellos.33Porque Tofet* está preparada desde hace tiempo; está dispuesta incluso para el rey. Se ha hecho una pira de fuego profunda y ancha, con abundancia de fuego y leña; el soplo del SEÑOR la encenderá como un torrente de azufre ardiente.
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