Psalm 141 | La Biblia Textual Nueva Versión Internacional (Castellano)

Psalm 141 | La Biblia Textual

Salmo de David.

1 ¡Oh YHVH, a ti he clamado, apresúrate a venir a mí! Oye mi voz cuando te invoco. 2 Mi oración está aquí como incienso en tu presencia, Mis palmas elevadas como ofrenda de la tarde. 3 Coloca, oh YHVH, un guardia a mi boca, Vigila en la puerta de mis labios. 4 No permitas que mi corazón se incline a cosa mala, Para hacer obras perversas con hombres malhechores. No seré comensal en sus banquetes. 5 Será un favor que el justo me castigue y me reprenda; Pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza, Porque mi oración es de continuo contra su maldad. 6 Sean lanzados sus jueces contra los costados de la peña, Y oigan mis dichos, que son agradables. 7 Como cuando se ara y se parte la tierra, Nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol. 8 ¡A ti, Adonay YHVH, se vuelven mis ojos, En ti me he refugiado, no desampares mi alma! 9 ¡Guárdame del lazo que me han tendido, De las trampas de los que hacen iniquidad! 10 ¡Caigan a una los malvados en sus propias redes, Mientras yo paso adelante!

Biblia Textual © 1999 por la Sociedad Bíblica Iberoamericana Todos los derechos reservados Derechos internacionales registrados No se permite su reproducción (con excepción de citas breves), ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro sin autorización escrita de los titulares del copyright.

Nueva Versión Internacional (Castellano)

Salmo de David.

1 A ti clamo, SEÑOR; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo! 2 Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino. 3 SEÑOR, ponme en la boca un centinela; un guardián a la puerta de mis labios. 4 No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar en banquetes en compañía de malhechores. 5 Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras. 6 Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas. 7 Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro». 8 En ti, SEÑOR Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten. 9 Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores. 10 Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.