2.Mose 9 | La Biblia Textual Nueva Biblia Viva

2.Mose 9 | La Biblia Textual

Quinta, sexta y séptima plaga

1 Dijo YHVH a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice YHVH, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me sirvan, 2 porque si tú rehúsas dejarlos ir y continúas reteniéndolos, 3 he aquí la mano de YHVH estará con una peste gravísima sobre tus ganados que están en el campo, sobre los caballos, los asnos, los camellos, la vacada y el ganado lanar. 4 Pero YHVH hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, y no morirá nada de todo lo de los hijos de Israel. 5 Y YHVH fijó plazo, diciendo: Mañana hará YHVH esta cosa en el país. 6 En efecto, al día siguiente YHVH cumplió esta palabra, pereciendo todo el ganado de Egipto, mientras que del ganado de los hijos de Israel no murió ni uno. 7 Y envió Faraón, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había perecido ni uno. Aun así, el corazón de Faraón se endureció y no dejó partir al pueblo. 8 Entonces YHVH dijo a Moisés y a Aarón: Tomad unos puñados de ceniza de horno, y espárzala Moisés hacia los cielos en presencia de Faraón, 9 y se convertirá en polvo sobre toda la tierra de Egipto, el cual producirá forúnculos que reventarán en úlceras en hombres y bestias por toda la tierra de Egipto. 10 Entonces tomaron la ceniza del horno y se presentaron ante Faraón, y Moisés la esparció hacia los cielos, y se formaron forúnculos que reventaron en ulceras en los hombres y en las bestias. 11 Y los magos no pudieron permanecer en presencia de Moisés a causa de las úlceras, pues había úlceras en los magos y en todos los egipcios. 12 Pero YHVH endureció el corazón de Faraón y no los escuchó, según YHVH había predicho a Moisés. 13 YHVH dijo entonces a Moisés: Madruga de mañana y preséntate a Faraón y dile: Así dice YHVH, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me sirva, 14 pues esta vez Yo enviaré todas mis plagas sobre tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, a fin de que sepas que no hay otro como Yo en toda la tierra. 15 Porque ahora, si Yo hubiera lanzado mi mano para azotarte con pestilencia a ti y a tu pueblo, ya habrías sido exterminado de la tierra. 16 Mas para esto te he sostenido, para mostrar en ti mi poder, y para proclamar mi Nombre por toda la tierra. 17 ¿Todavía te yergues como una barrera contra mi pueblo para no dejarlos partir? 18 He aquí que Yo, mañana a esta hora haré llover una granizada tan recia cual nunca hubo en Egipto desde el día en que se fundó hasta ahora. 19 Envía y asegura tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque toda persona o animal que se halle en el campo y no sea recogido en casa, caerá el granizo y morirán. 20 El que de entre los siervos de Faraón tuvo temor de la palabra de YHVH, hizo que sus siervos y su ganado huyeran a las casas. 21 Pero el que no puso en su corazón la palabra de YHVH, dejó a sus siervos y sus ganados en el campo. 22 Luego YHVH dijo a Moisés: Extiende tu mano a los cielos, y caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre las personas, y sobre los animales y sobre toda planta del campo en la tierra de Egipto. 23 Extendió, pues, Moisés su vara a los cielos y YHVH dio truenos y granizo, y el fuego se extendió por la tierra, y YHVH hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Hubo así granizo y fuego que relampagueaba en medio del granizo, tan fuerte como nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que había llegado a ser nación. 25 Y aquel granizo golpeó toda la tierra de Egipto, todo lo que estaba en el campo, desde los hombres hasta las bestias, y destrozó el granizo toda la hierba del campo y desgajó todos los árboles del campo. 26 Sólo en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. 27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez. YHVH es el Justo, y yo y mi pueblo los malvados. 28 Suplicad a YHVH que no haya voces de Dios ni granizo. Entonces os dejaré partir y no seguiréis retenidos. 29 Díjole Moisés: Cuando salga de la ciudad extenderé mis manos a YHVH, y los truenos cesarán y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es de YHVH, 30 aunque yo sé que ni tú ni tus siervos teméis aún a la presencia de YHVH ’Elohim. 31 Así pues el lino y la cebada fueron destruidos, porque la cebada estaba ya espigada y el lino en caña. 32 Pero el trigo y el centeno no fueron destruidos por ser tardíos. 33 Luego salió Moisés de junto a Faraón, fuera de la ciudad y extendió sus palmas hacia YHVH, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no se derramó más sobre la tierra. 34 Pero cuando Faraón vio que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, siguió pecando y se obstinó en su corazón, tanto él como sus siervos. 35 Se endureció, pues, el corazón de Faraón y no dejó ir a los hijos de Israel, como YHVH había predicho por medio de Moisés.

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La plaga en el ganado

1 El SEÑOR le dijo a Moisés que fuera a ver al faraón y le dijera: «El SEÑOR, Dios de los hebreos, te exige que dejes salir al pueblo para que hagan su sacrificio. 2 Si te niegas a dejarlos ir, 3 el SEÑOR hará que se desate una plaga mortal que destruirá los caballos, los burros, los camellos, los rebaños de ovejas, y las manadas de vacas. 4 Pero la plaga afectará solamente a los animales de los egipcios. Ninguno de los rebaños de los israelitas será tocado». 5 El SEÑOR anunció que la plaga comenzaría a la mañana siguiente, 6 y así fue. A la mañana siguiente, todos los animales de los egipcios comenzaron a morirse, pero ni uno solo de los animales de los israelitas se enfermó. 7 El faraón envió a ver si era cierto que los animales de los israelitas no morían, pero aunque comprobó que así era, permaneció firme, y no dejó salir al pueblo.

La plaga de las úlceras

8 El SEÑOR les dijo a Moisés y a Aarón: «Tomen puñados de ceniza, y que Moisés la arroje hacia el cielo delante del faraón. 9 Apenas lo haga, la ceniza se convertirá en un polvillo fino. Ese polvillo se esparcirá por todo Egipto, y cuando caiga sobre la gente y los animales les producirá úlceras y tumores». 10 Entonces, Moisés y Aarón tomaron ceniza y salieron al encuentro del faraón. Mientras este miraba, Moisés lanzó la ceniza hacia el cielo, y la ceniza, al caer sobre la gente y los animales, les produjo úlceras llenas de pus. En todo el país de Egipto ocurrió lo mismo. 11 Los magos no pudieron presentarse delante de Moisés, pues también ellos, como toda la gente, tenían úlceras llenas de pus. 12 Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, quien persistió en su soberbia y se negó a oír, tal como ya el SEÑOR lo había advertido.

La plaga de granizo

13 El SEÑOR le dijo a Moisés que se levantara temprano para que fuera a ver al faraón y le dijera: «El SEÑOR, Dios de los hebreos te ordena que dejes salir a su pueblo para que vaya a adorarlo. 14 Si no obedeces, entonces él enviará una plaga que realmente vendrá sobre ti, tus siervos y toda la gente de Egipto. Dile que le voy a demostrar que no hay otro Dios en toda la tierra. 15 Que si yo quisiera, hubiera podido usar todo mi poder para mandar una peste que acabara con todos los egipcios de una vez, 16 pero no lo hice, porque quiero que todos sepan cuán poderoso soy, y para que mi nombre se mencione en todo el país. 17 Dile que si es que se cree muy grande como para atreverse a desafiar mi poder y a negarle a mi pueblo el permiso para salir. 18 También dile que mañana, a esta hora, enviaré una tormenta de granizo que azotará a toda la nación como jamás ha sido azotada. 19 Por eso, deben apresurarse a meterse en sus casas y a recoger los animales que están en el campo, ya que el granizo caerá sobre toda persona y animal que esté al aire libre, y los matará». 20 Algunos egipcios, aterrorizados por esta amenaza, recogieron sus ganados y sus esclavos de los campos; 21 pero otros no dieron importancia a la palabra del SEÑOR, y los dejaron en el campo, a merced de la tormenta. 22 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta tu mano hacia el cielo, y haz que descienda granizo sobre todo Egipto, sobre personas, animales y vegetación». 23 Moisés extendió la mano, y el SEÑOR envió truenos, rayos y granizo. 24 La escena fue tan horrible que no se puede describir. Jamás en la historia de Egipto había habido una tormenta similar. 25 Todo Egipto quedó en ruinas. Todo cuanto había en los campos, hombres y animales por igual, murieron, y los árboles quedaron destrozados y las cosechas arruinadas. 26 El único lugar de Egipto en que no hubo granizo aquel día fue en Gosén, donde vivía el pueblo de Israel. 27 El faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ―Ahora reconozco mi falta. Yo y mi pueblo hemos actuado mal. 28 Rueguen al SEÑOR que termine este terrible azote, pues ya hemos tenido suficientes truenos y granizo, y yo dejaré salir a su pueblo al instante. 29 ―Muy bien —respondió Moisés—. Tan pronto como yo haya salido de la ciudad, levantaré las manos hacia el SEÑOR, y los truenos y el granizo se detendrán. Esto te probará que el SEÑOR reina en la tierra. 30 Pero yo sé que ni tú ni tus funcionarios están todavía dispuestos a obedecer a Dios, el SEÑOR. 31 Todo el lino y la cebada se perdieron, porque la cebada estaba madura y el lino estaba en flor; 32 pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, porque aún no habían brotado de la tierra. 33 Moisés salió de la presencia del faraón, y ya fuera de la ciudad levantó las manos hacia el SEÑOR. Al instante, los truenos y el granizo se detuvieron, y cesó la lluvia. 34 Cuando el faraón y sus funcionarios vieron esto, pecaron aún más, pues no cumplieron lo que habían prometido. 35 El faraón negó el permiso para que el pueblo saliera, tal como el SEÑOR le había advertido a Moisés.